Muchas veces lo que nos impide escuchar y acoger nuestras emociones es su intensidad. Nos agobiamos o las tememos y desaprovechamos toda la información que aguardan para nosotros.

Seguramente cuando fuimos niñ@s aprendimos a evitar el dolor, quizá porque aprendimos a creer que podíamos morir o que nos iba a hacer más daño. Y es cierto que nuestros cuerpos pequeños no podían manejar una energía tan fuerte, por tanto seguramente aprendimos a negarlo. Es por esto que, aún hoy en el presente, de adultos, nos sigue dando mucho miedo sentir o mostrarnos vulnerables.

La buena noticia es que nuestro cuerpo maduro puede alojar y sostener hasta los torrentes emocionales más intensos y si estamos dispuest@s a recibirlos son un valioso tesoro al servicio del autoconocimiento.

Comparto algunos pasos que podrían ayudarte a rebajar la carga emocional de tus sentimientos:

1. El simple hecho de querer y estar dispuestos a recibirlas es el primer movimiento, activar la intención de asumir la propia capacidad de respuesta (responsabilidad).

2. En el momento de malestar, tensión o incomodidad, sentarse con los pies bien apoyados en el suelo. A continuación, tomar tres respiraciones profundas imaginando que inhalas y exhalas luz, observa internamente cómo recorres tu cuerpo desde los pies hasta la coronilla. Podrías ampliar esta visión corporal en conexión con el centro de la Tierra, el Sol o el Universo.

Una vez hecho ésto, conviene seguir tomando conciencia de la respiración procurando meter el aire hasta el abdomen, y en adelante, golpear suavemente con las yemas de los dedos durante unos 20 segundos el área del esternón.

3. En este penúltimo paso es clave reconocer que se está sintiendo algo, que hay una emoción tratando de expresar algo, no negarla ni evadirla ya que cuando lo hacemos la carga emocional del sentimiento se vuelve más incómoda e intensa. El miedo, la rabia o la impotencia por ejemplo podrían reconocerse, y nombrarlas. Incluso si no se identificara, puedo verbalizar en voz alta: “me siento mal, puede que sea miedo y esto es lo que ahora atravieso” sino con pensarlo y reconocerlo será suficiente para mitigar la intensidad.

Si la carga emocional es demasiado fuerte no hagas esto y quizá convenga buscar el acompañamiento de un profesional o alguna persona muy amorosa que no te juzgue, y a la que le tengas mucha confianza para que te escuche y esté presente sin más.

4. Validar al sentimiento con aceptación y amor incondicional. La compasión es lo contrario al juicio, cuanta más empatía sentimos hacia el dolor, mayor será la confianza y la calma que vendrán después.

Reconocer, validar y aceptar este proceso emocional son la clave para mostrar autocompasión. Aquí puedes abrazar y contener una almohada o un peluche para representar a tu niño interior.

Observo a diario en consulta que estos pasos ayudan mucho a practicar el método de la conexión interior (Inner Bonding®) con el que aprendemos a identificar las emociones en el cuerpo, así como su óptima gestión para ganar claridad, tomar decisiones, sentirnos en calma y ayudar al sistema nervioso a regularse.